Lectura: 1 Corintios 15:12-20

Fue un momento de esos que muchos guardan en su memoria, era diciembre del año 2000; el lugar, la isla de Hawaii, en el monumento Memorial de Missouri; la ocasión, habían transcurrido 59 años desde el ataque japonés en Pearl Harbor. Lo particular de ese momento fue que se reunieron tanto los sobrevivientes de aquel ataque como los pilotos japoneses que lo efectuaron.  La reunión fue organizada por el Comité de Amistad Américo-Japonesa.

Esta hermosa estampa, aunque muy reconocible, es una débil semejanza frente a lo que Dios ha hecho por nosotros.  Lo maravilloso de este perdón divino es que a pesar de que somos pecadores, podemos tener una relación con Dios gracias a nuestra fe en Jesús, debido al sacrificio perfecto ofrecido una sola vez, pero que es capaz de borrar nuestros pecados y nos reconcilia con Él (1 Juan 3:5).

El Señor no solo nos perdonó, también nos ha dado una labor que debemos cumplir, “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos ha dado el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18).  Tenemos el gran honor de compartir con otros las buenas nuevas de salvación, para que ellos también puedan disfrutar de la paz que nosotros vivimos ahora (Romanos 12:18).

  1. Puedes recibir el perdón de Dios con tan sólo aceptar que eres pecador y necesitas de su amor.
  2. Cuando tenemos la paz de Dios podemos compartir esa paz con otros.

HG/MD

“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios los exhorta por medio nuestro, les rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconcíliense con Dios!” (2 Corintios 5:20).