Lectura: Mateo 11:20-30

Luego de un largo viaje de 11 horas con una escala en Lima, Perú, llegamos a Santiago de Chile en la madrugada con la esperanza de ir a dormir unas horas a un hotel, para luego seguir nuestro camino.

Le habíamos hecho caso a unos amigos que nos dijeron que Santiago tenía mucho alojamiento disponible, así que podíamos estar tranquilos, ya que, aún sin “reservar”, podíamos encontrar rápidamente un hotel.  Grave error, cuando llegamos la persona que nos esperaba nos dijo que esa semana se estaban realizando en la ciudad tres mega eventos, y que literalmente todas las habitaciones se encontraban llenas.

Fueron horas y horas tratando de encontrar un lugar, hasta que encontramos uno que tenía habitaciones disponibles hasta las 12 mediodía.  El hombre que estaba en la recepción del hotel nos miró a la cara, seguramente nos veíamos terribles, sin dormir y cansados, simplemente nos dijo: “Viajeros afligidos”. Quizás ese sea un término común dentro de la industria viajera, pero era algo nuevo para nosotros, eso sí, parecía apropiado luego de 2 días sin dormir.

Al pensar en esa experiencia, me pareció semejante a una metáfora de la vida; los creyentes somos literalmente peregrinos en este mundo, estamos tan sólo de paso y nos dirigimos a nuestro hogar celestial.

Sin embargo, en el trayecto ocurrirán situaciones insospechadas, preocupaciones, cargas inesperadas, que querrán robarnos la esperanza y gozo. En medio de todo, el Señor está atento y nos hace un llamado a nosotros los peregrinos: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28). 

Debemos entender que solamente Jesús puede dar consuelo y refrigerio a nuestras almas para así fortalecernos y prepararnos para el camino que tenemos aún por delante.

  1. ¿Estamos afligidos en nuestro viaje?  ¡Apoyémonos en Él!  Su amor y cuidado están ahí para restaurar nuestro corazón.
  2. Al viajar por el camino cansado de la vida, dejemos que Jesús levante con nosotros la carga pesada.

HG/MD

“Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28).