Lectura: 1 Juan 4:7-19

Hace algunos días leí una publicación de una campaña en redes sociales que decía: “Recibe amor y brinda amor”.

Por supuesto, sabemos que el mayor de los amores que recibimos proviene de Dios.  Recibimos su amor cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador y Señor: “Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Dios nos amó tanto que nos brindó a su Hijo para que viviera, muriera y resucitara por nosotros (1 Juan 4:9).

Luego de haber experimentado el amor de Dios, podemos ser capaces de aprender a brindar amor a otros: “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Juan 4:7). Entonces, el amor de Dios permite que amemos a nuestros hermanos en Cristo.

Enseñamos, exhortamos y reprendemos. Lloramos y nos regocijamos. El amor que damos es tierno, firme y sustentador. Jesús incluso nos enseña a amar a nuestros enemigos: “… amen a sus enemigos y oren por los que les persiguen” (Mateo 5:44). En ciertas situaciones, amar a los demás puede ser un desafío, pero es posible debido al amor que Dios nos ha dado primeramente a nosotros.

  1. Un buen desafío para hoy es recibir amor de Dios y brindar ese amor recibido a quienes te rodean.
  2. Amar a otros siempre demanda un compromiso que tienes que afrontar con todo tu corazón y fuerzas.

HG/MD

“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Juan 4:7).