Lectura: Gálatas 2:1-10

Conocer mucha información no nos hace inteligentes y mucho menos sabios; la abundancia de información y estadísticas a veces pueden insensibilizarnos en cuanto a que esos datos representan personas. Hace poco, esto me hizo reaccionar al leer una información que decía: “Cada cuatro segundos una persona muere de hambre”. Es escalofriante. Y para los que vivimos en culturas de abundancia, es difícil de imaginar.

Según las Naciones Unidas en el 2022, 244 millones de niños y jóvenes de entre 6 y 18 años no empezaron el curso escolar.  También son cantidades espantosas, pero son mucho más que números, son personas a quienes Dios ama.

Podemos demostrar el corazón amoroso del Padre al suplir las necesidades físicas de quienes nos necesitan. Salomón escribió: “El que oprime al necesitado afrenta a su Hacedor, pero el que tiene misericordia del pobre lo honra” (Proverbios 14:31).  Podemos mostrar misericordia a los necesitados, por ejemplo, ofreciéndonos para colaborar en un comedor, ayudando a alguien a encontrar trabajo, sustentando financieramente la apertura de pozos en lugares donde hace falta agua potable, repartiendo alimentos en zonas afectadas por la pobreza, enseñando oficios o llevando comida a las escuelas para los niños.

Asumir esta responsabilidad honra al Padre celestial y su interés es el bien de todos. Sin lugar a dudas, los que están pasando hambre podrán escuchar mejor el mensaje de la cruz si el estómago no les gruñe, o podrán leer las palabras del evangelio si saben leer y escribir.

  1. Sé generoso, después de todo, Dios es el que te ha dado todo (Romanos 11:36; Romanos 11:36).
  2. Sé una fuente de bendición.

HG/MD

“Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).