Lectura: Juan 4:7-15; 28-29

Desde hacía muchos años, una mujer quería mejorar sus destrezas artísticas de pintura, por lo cual se matriculó en una clase con un reconocido y experimentado artista.

Al terminar el tercer mes de clases, el maestro le asignó a su alumna una tarea para evaluar el avance; cuando llegó el día de la evaluación, el artista fijó su mirada en la obra y se quedó alrededor de 15 minutos observándola.

La mujer estaba muy nerviosa pues sabía que, aunque sus habilidades habían mejorado, aún había muchas deficiencias en su obra y pensó: “Seguramente me va decir todos los errores que cometí, que la pintura está horrible, y me va decir que no regrese”.

Sin embargo, no fue así, al terminar dijo que le había gustado la combinación de colores que había utilizado, y la sensación de amplitud que le había imprimido a la obra. Luego le indicó que podía mejorar algunos detalles en las rocas y que los bordes de la vegetación podían haber sido más delicados.  Su crítica fue comprensiva, reconociendo las virtudes y haciendo observaciones sobre las oportunidades de mejora que podía implementar.

Nuestro Señor también está perfectamente calificado para condenar a todas las personas que vivimos en este mundo, pero no lo hace, pudo haber destruido todos los argumentos de la mujer samaritana en el pozo, criticar destructivamente su comportamiento al haberse casado tantas veces, pero más bien, de forma amable hizo observaciones contundentes de su vida.

Como resultado, ella no levantó un muro entre ellos dos y entendió que había estado buscando saciar su sed en el lugar equivocado y que el hombre frente a ella, era el Dios verdadero quien le ofrecía verdadera satisfacción (Juan 4:10-13).

La combinación de gracia y verdad con la cual Jesús se dirigió a esta mujer, es la que continuamente aplica a nuestras vidas (Juan 1:17).  Su gracia es la que impide que el pecado abunde y su verdad es la que previene que le restemos importancia a nuestros actos.

  1. Señor muéstranos las áreas de nuestras vidas que necesitan de tu gracia y verdad para parecernos más a ti.
  2. Has que seamos sabios a la hora de presentar el plan de salvación a las personas, ciertamente todos necesitamos que nos muestren las consecuencias mortales de una vida pecaminosa, pero también necesitamos mostrar que nuestro Señor tiene la solución para el problema: su sacrificio perfecto y victoria sobre el pecado.

HG/MD

“La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).