Lectura: Deuteronomio 34:1-5

Un antiguo poema del portugués Fernando Pessoa (1888-1935), decía lo siguiente: “Ah, todo muelle, es una nostalgia de piedra”.  Al escribir esto, de manera figurativa él se refería a lo que podía sentir cuando un barco se alejaba de su presencia.  El barco zarpa, pero el muelle queda atrás aferrado a la costa.  Nos duele cuando perdemos algo que no podemos alcanzar.

Y es que la palabra nostalgia se define como la tristeza melancólica por el recuerdo de una pérdida.  Esta indescriptible sensación de nostalgia, es la que posiblemente embargó el corazón de Moisés, en el monte Nebo, el cual fue su “nostalgia de piedra”. 

Desde ese lugar, vio la tierra prometida a la que nunca podría entrar y es que las palabras de nuestro Señor al decirle: “Yo te he permitido que la mires con tus ojos, pero tú no cruzarás allá” (Deuteronomio 34:4), pueden resultarnos en extremo duras.

Pero, si tan sólo vemos este versículo nos estamos perdiendo la esencia del suceso, ya que estas palabras vienen precedidas de otras maravillosas: “Esta es la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: ‘A tus descendientes la daré’” (v.4).  Poco tiempo después, Moisés, dejó el monte Nebo, para ir a un lugar mucho mejor que la fértil Canaán (v.5).

En la vida continuamente estaremos de pie en el muelle, llenos de nostalgia, seres amados que partieron, sueños rotos, esperanzas inconclusas, todos ellos ecos del Edén perdido, pero también la vida está repleta de atisbos del cielo.

  1. Permite que Dios consuele tu corazón herido y te muestre las esperanzas que disfrutarás y te esperan en el cielo.
  2. Vivir con anhelos y esperanzas te permite superar aun las montañas más altas con la ayuda de nuestro Señor Jesús.

HG/MD

“Aguardando la esperanza bienaventurada, la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo” (Tito 2:13).