Lectura: 2 Timoteo 2:1-10

En China, en el año 1952, Ni Tuosheng fue arrestado por su fe en Cristo y pasó el resto de su vida en la cárcel hasta su muerte en una celda el 30 de mayo de 1972.  En un momento de su vida este hombre cambió su nombre a Watchman Nee, porque se veía a sí mismo como un vigilante que anuncia en medio de la noche el pronto retorno de nuestro Señor.

Cuando su sobrina fue a retirar sus pocas pertenencias, le entregaron un trozo de papel que un guardia había encontrado junto a su cama, en él estaba escrito el testimonio de su vida de forma resumida pero poderosa:

“Cristo es el Hijo de Dios quien murió para redimir a los pecadores y resucitó al tercer día. Esta es la verdad más grandiosa del universo. Muero por mi fe en Cristo. Watchman Nee”.

Según algunos relatos antiguos, el apóstol Pablo también fue martirizado por su fe en Cristo. En una carta escrita poco antes de su muerte, exhorta a su destinatario y a cada uno de nosotros de la siguiente manera: “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, de la descendencia de David, conforme a mi evangelio. Por él soporto sufrimientos hasta prisiones, como si fuera malhechor. ¡Pero la palabra de Dios no está presa!” (2 Timoteo 2:8-9).

Aunque quizás la mayoría de nosotros no seamos llamados a padecer el martirio por ser embajadores de Jesús, tal como sí les ha sucedido a millones a lo largo de los siglos, sí se nos insta a todos a ser un testimonio viviente de la obra del Señor a nuestro favor.

  1. ¡Vamos! ¿Qué esperas? Empieza a compartir tu fe con la familia, amigos, colaboradores, en redes sociales, y en las calles; hoy es el día en que el Señor te ha dado vida eterna en Jesús, el mañana ciertamente no existe.
  2. Una herramienta muy fácil para compartir tu fe es tu testimonio, el cual se puede resumir en tres simples pasos: 1. ¿Quién eras antes de Cristo? Un pecador, sin esperanza, no hace falta que des muchos detalles. 2. ¿Qué hizo Jesús para cambiar eso? Venir a morir y resucitar por ti, y tu aceptaste esa oferta que lo cambió todo.  3. ¿Qué ha sucedido después de ello?  Comparte que no ha sido fácil, algunas veces has fallado, pero a pesar de ello quieres seguir adelante con Él a tu lado, y quieres que otros también puedan hallar lo que tú has hallado.

HG/MD

“Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y enseñanza” (2 Timoteo 4:2).