Lectura: Romanos 6:11-14

Se cuenta la historia de dos famosos pintores que eran reconocidos por las obras maestras que realizaban, sin embargo, uno de ellos tenía un gran resentimiento hacia el otro, incluso en varias ocasiones indicó lo siguiente: “Lo odio, porque para él siempre fluye todo de inmediato y con gran calidad, mientras que yo me tengo que esforzar hasta el cansancio y nunca estoy conforme con lo que hago”.

La envidia es un sentimiento terrible que poco a poco va minando nuestro ser, debido a que nos llena de insatisfacción y pasiones malsanas hacia otros a quienes consideramos no merecedores de lo que tienen, o lo que se les facilita.  El apóstol Pablo incluye a la envidia junto a toda una serie de emociones y actitudes terribles que debemos evitar: “injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención” (Romanos 1:29).

Este terrible sentimiento crece cuando le permitimos que se apodere de nuestro corazón y desplace al amor.  La envidia provoca que nos desenfoquemos de Dios y dirige nuestra mirada hacia las cosas temporales de este mundo.

Pero, existe un remedio: volverse a Dios.  “Preséntense a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:13).  También, el mismo apóstol Pablo nos recuerda lo siguiente: “Así que, examine cada uno su obra, y entonces tendrá motivo de orgullo solo en sí mismo y no en otro” (Gálatas 6:4).

Al volvernos sinceramente hacia Dios, somos capaces de reconocer sus bendiciones, de agradecerle por las habilidades y dones que Él nos ha dado y vernos como seres complementarios los unos a los otros, con la capacidad de hacer su obra en conjunto y no como competidores, ya que toda la gloria debe ser siempre para el Señor.

  1. En lugar de ver lo que otros tienen, disfrutemos y aprobemos de la mejor manera nuestras habilidades y dones.
  2. ¿Qué estás haciendo con lo que Dios te ha dado?

HG/MD

“Preséntense a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:13).