Lectura: 1 Crónicas 28:5-10

La pequeña Emma abrazó con todas sus fuerzas a su papá quien había llegado de una reunión de trabajo.  Al llegar le dijo: “Papá, cuando sea grande quiero trabajar en lo mismo que tú”. Su papá le respondió dulcemente: “Qué bueno que quieras seguir los pasos de tu papá, lo primero que tienes que hacer es seguir jugando con tus hermanos, obedecer a tu mamá y a mí, ser buena alumna y sobre todo no olvidarte nunca de Dios.”

“No olvidarnos nunca de Dios”, que buen consejo.  Ciertamente, lo primero de todo en la vida es conocer a Dios y disfrutar de la comunión con Él.

Y es que conocer y obedecer al Señor nos ayuda a convertirnos en aquello para lo que fuimos creados. Este es el consejo del rey David a su hijo Salomón: “… reconoce al Dios de tu padre y sírvele con un corazón íntegro y con ánimo voluntario…” (1 Crónicas 28:9).

Es posible conocer a Dios.  Es una Persona de la Trinidad, no un simple concepto lógico o teológico.  Él piensa, decide, disfruta, siente y ama.  A. W. Tozer lo describió de la siguiente manera: “Dios es una persona, y al preparar nuestro corazón para la maravilla que implica conocerlo, pueden alcanzarse diversos niveles de intimidad con Él”. Ah, allí está el secreto, debemos “preparar nuestro corazón”.

El Señor no está escondido; quien quiera puede conocerlo.

  1. ¡Dios quiere que lo conozcas! Inicia por hablar con Él, leer su Palabra y compartir con otros que también quieran conocerlo en verdad.
  2. Recuerda: ¡Nunca te olvides de Él!

HG/MD

“Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas” (Proverbios 3:6).