Lectura: Hechos 2:38-47

Una universidad hizo un estudio mediante el cual entrevistó a ex-prisioneros de guerra, con el fin de determinar cuales habían sido los métodos más efectivos usados por el enemigo para quebrarles la voluntad.

El estudio concluyó que los métodos más eficaces habían sido aquellos que sometían a las personas a largos periodos de reclusión solitaria, o a cambios constantes del lugar de estadía para separarlos de las personas con las cuales establecían una amistad. Por supuesto, lo contrario también tuvo efectos positivos, ya que entre más oportunidades tenían de establecer compañía y hasta amistad con otros prisioneros, sobrellevaban el cautiverio de una mejor forma.

Estas conclusiones también nos ayudan a entender, por qué los creyentes necesitan tener comunión con otros creyentes para ayudarse a permanecer firmes.  Además de tener una muy buena relación con Dios, es siempre necesario la compañía de otras personas para producir madurez espiritual y trabajo en equipo, tal como lo ejemplificó nuestro Señor al enviar a 70 de sus discípulos en equipos de dos personas a evangelizar ciudades (Lucas 10:1-24).

Las relaciones que desarrollan personas que trabajan en equipo y sobre todo llenas del Espíritu Santo, son esenciales para crecer y mantener nuestra fidelidad individual al Señor (Hebreos 10:23-25).

  1. Algunos se equivocan al no asistir a una iglesia local, pensando que la vida será más sencilla si se aíslan. Sin embargo, al hacer esto se pierden todos los beneficios de la comunión.  Dios en su sabiduría nos agrupó para que seamos más fuertes (Hebreos 10:25).
  2. Los creyentes se mantienen fuertes cuando no están solos.

HG/MD

“¡He aquí, cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía!” (Salmos 133:1).