Lectura: Mateo 5:11-16

Es abundante, común, económica y se usa prácticamente en todo el mundo.  No obstante, tan sencilla como es, ha provocado guerras, ha creado rutas de comercio, ha pagado salarios de soldados y desde tiempos remotos se ha usado para preservar.  Hoy nos sirve como preservante y para darle sabor a nuestros platillos, ¿de qué estamos hablando? Es la sustancia cristalina a la que llamamos: sal.

El Señor fue un maestro usando ejemplos de productos y situaciones ordinarios de todos los días, para ilustrar las más profundas realidades espirituales; en el caso de la sal, la usó para enseñar a sus discípulos la forma en la cual debían comportarse como agentes de cambio en Su plan perfecto, al decirles: “Ustedes son la sal de la tierra” (Mateo 5:13).

Por ejemplo, si tomamos la sal como preservante podemos decir que Jesús quiere que prevengamos la decadencia moral de nuestra sociedad. Y si pensamos en su otra característica principal, que es la particular capacidad de aumentar el sabor, podemos pensar que el Señor quiere que ayudemos a las demás personas a descubrir el gozo verdadero de conocerlo y vivir para Él.

No obstante, si la sal no se usa y guarda en un estante, deja de cumplir su misión.  De la misma forma, dejamos de ser efectivos para la obra de Dios, cuando no vivimos ni compartimos nuestra fe con otros, no estamos cumpliendo nuestra misión como sal espiritual.

Así que, en lugar de tanto quejarnos y limitarnos a criticar la corrupción del mundo en el cual vivimos, o la monotonía de nuestra vida, seamos parte de la solución, necesitamos ser ese ingrediente de cambio que da gusto al alimento de la vida, después de todo nosotros somos la sal del mundo.

  1. Un creyente con suficiente sal en su vida, provoca en los demás sed por Jesús, quien es el agua viva.
  2. Puedes ser un agente de cambio por Jesús o seguir con la monotonía de la vida.

HG/MD

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres” (Mateo 5:13).