Lectura: 1 Reyes 3:4-15

¿Qué harías si Dios te ofreciera cualquier cosa que quisieras?  ¿Qué le pedirías?

Cuando Dios le ofreció a Salomón esta posibilidad, su elección fue pedir la sabiduría para discernir el bien del mal y así guiar de una mejor forma al pueblo de Dios (1 Reyes 3:9).

Y la respuesta de Dios fue: “Porque has pedido esto, y no has pedido para ti muchos años ni has pedido para ti riquezas ni has pedido la vida de tus enemigos, sino que has pedido para ti discernimiento para administrar justicia” (v.11).  Debido a su escogencia Dios le dio más de lo que pidió: “Y también te daré las cosas que no has pedido: riquezas y gloria tales que no haya nadie como tú entre los reyes en todos tus días” (v.13).

Hasta nuestros días, Salomón sigue siendo un referente en cuanto a la sabiduría humana debido al don que Dios le concedió. El camino de fe de Salomón empezó de forma esplendorosa ya que utilizó su sabiduría para gobernar y Dios también le permitió construir un magnífico templo para honrarlo a Él.

Sin embargo, algo pasó en el camino, su pasión por vivir según la sabiduría de Dios poco a poco fue desplazada por el encanto de las riquezas, sus equivocados matrimonios con mujeres extranjeras que adoraban a otros dioses finalmente permearon en su corazón y en el de su pueblo, aquel hombre que un día pidió sabiduría para guiar a su pueblo, ahora debido a sus pecados, estaba guiándolos a la destrucción social y moral.

El principio que Dios quiere comunicarte a través de la vida de este hombre llamado Salomón, es que primeramente debes mantener al Señor en el centro de tu vida. El compromiso claro de seguir las riquezas de la sabiduría divina evitará que te desvíes del camino correcto al lado de Jesús.

  1. Tu corazón debe mantenerse sintonizado con Dios, obedécele, pídele que te conceda Su sabiduría (Santiago 1:5-8), no para generar riquezas temporales, sino para hacer tesoros en el cielo (Mateo 6:19-21).
  2. Nunca olvides hablar diariamente con Dios, estudiar Su Palabra y compartir con otras personas lo que has aprendido.

HG/MD

“Da, pues, a tu siervo un corazón que sepa escuchar, para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo. Porque, ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?” (1 Reyes 3:9).