Lectura: 1 Timoteo 6:6-19

La decisión de este hombre nos sorprenderá. Luego de una vida de éxitos empresariales decidió vender su empresa; pero este hecho no representa nada extraordinario, sino lo que decidió hacer con sus ganancias.   Una vez que recibió el monto pactado como valor de su empresa, decidió entregar el 33% a quienes hasta hace algunos días habían sido sus colaboradores, lo cual logró dejar con la boca abierta a extraños y propios.

Su decisión benefició a más de 500 personas, y repartió sus ganancias teniendo como referencia la cantidad de años de servicio para la empresa.

Cuando le preguntaron por qué había hecho eso respondió lo siguiente: “De lo que trata la vida laboral es de compartir los buenos tiempos, mis colaboradores son personas que trabajaron arduamente conmigo, ellos fueron parte importante de mi éxito y yo quería hacer lo correcto”.

Un amigo dice algo que coincide mucho con el principio que utilizó este hombre de negocios: “A veces Dios no nos confía dinero, tan sólo por el hecho de que queremos conservarlo, cuando en realidad él quiere que lo compartamos con otros”.  El apóstol Pablo también hace referencia a este principio de desprendimiento y gratitud: “A los ricos de este siglo …Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos” (1 Timoteo 6:17-18).

Sería muy sencillo decir, “si tengo millones, con gusto compartiría con otras personas parte de lo que tengo”.  ¿Pero si fueras esa persona, realmente lo harías? Y llevémoslo al siguiente nivel, ¿con tus ingresos actuales eres capaz de compartir parte de lo tienes sin que te duela hacerlo? No estamos hablando de dar poco o mucho dinero, nos referimos al tiempo, a tus talentos o cualquier otra cosa que consideres valiosa, ¿estarías dispuesto a compartir lo que Dios te ha regalado?

1. Sin importar la forma en la cual te ha bendecido Dios, debes anhelar ser generoso con esas bendiciones.

2. ¿Has compartido con otros el mejor regalo que has recibido?  La razón de tu salvación: Jesús.

HG/MD

“Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos” (1 Timoteo 6:18).