Lectura: Efesios 2:1-10

Una creyente que recién iniciaba su camino en Cristo, se encontraba leyendo los evangelios y decía que cuando terminara de hacerlo, tenía el propósito de leer un libro sobre la historia de la Iglesia.  Cuando le consultó a una amiga sobre su idea, le dijo: “Tengo mucha curiosidad de saber, cuando empezaron los creyentes a ser tan diferentes a Jesús”.

Aunque nos duela podemos entender fácilmente el por qué esta mujer estaba tan perpleja por lo que había leído y lo que veía a su alrededor.  La verdad es que sí existe una diferencia marcada entre la vida de Cristo y la vida de los que dicen ser sus seguidores hoy.  Tristemente muchos que se llaman sus discípulos imitan más al mundo que al Maestro.

Han pasado muchos pero muchos años desde que por primera vez a los seguidores de Jesús se les empezó a llamar cristianos (Hechos 11:26).  Hoy a los que hemos puesto nuestra confianza en Cristo, aun se nos identifica con ese nombre y marchamos al mismo ritmo que aquellos primeros creyentes.

La Palabra de Dios, nos dice: “…somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef.2:10).  Cuando nos identificamos como seguidores de Cristo, estamos diciéndole al resto del mundo que Jesús es nuestro Salvador y que le seguimos a Él.

  1. Los creyentes hemos heredado un nombre glorioso con el cual nos podemos identificar; tenemos el privilegio de vivir a la altura del nombre de Jesús.

 

  1. Si caminamos con Cristo, no estarás en sintonía con el mundo.

HG/MD

“Aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia son salvos!” Efe. 2:15.