Lectura: Hechos 2:22-39

Cuando conocí a Joaquin, se sentía abrumado por la culpa y la desesperación.  Le hablé del perdón y de la esperanza que Jesucristo ofrece.  Lo  invité a poner su confianza en Cristo y traté de mostrarle que lo asombroso evangelio,  es que es mensaje sobrecogedor con implicaciones de muy largo alcance con respecto al tiempo y la eternidad.

En su sermón de Hechos 2, el apóstol Pedro destacó tanto la sencillez personal como la grandeza universal del evangelio.  Primero hizo hincapié en el papel de Dios en la vida, muerte y resurrección de Jesús (Hechos 2:22-24).  Declaró que Dios había exaltado a Jesús como “Señor y Cristo (Hechos 2:36).  También destacó la naturaleza personal del evangelio diciendo que recibimos perdón y nos hacemos participantes del programa eterno de Dios por medio del arrepentimiento personal y de la fe en Jesucristo (Hechos 2:38).

Por la vida, muerte y resurrección de Cristo podemos llegar a ser parte de la familia de Dios.  Es un reino cuyos valores son contrarios a los del mundo; donde el poder de la muerte ha sido vencido; en el cual serán vencidos los enemigos de Dios y se establecerá finalmente la justicia, y la paz eterna y verdadera.

La gracia infinita de Dios nos ha ofrecido el sencillo y maravilloso evangelio, para que todo aquel que crea en Jesús y en Su sacrificio sustitutivo sea salvó (Juan 3:16).

  1. Por gracia y por medio de la fe somos parte de una patria celestial (Filipenses 3:20-21).
  1. La salvación es tan sencilla que podríamos pasarla por alto, y tan profunda que nunca podremos comprenderla.

NPD/HVL