Lectura: Lucas 12:16-21

Algo salió muy mal en el asalto a pesar de que el golpe les había deparado aproximadamente unos 3.5 millones de dólares; el gran problema es que habían robado monedas de 1 euro, que juntas pesaban alrededor de 17 toneladas.

Un periódico de París, ciudad donde había ocurrido este robo, se burló de los asaltantes con el siguiente comentario: “No se puede comprar un castillo, ni un auto, ni siquiera un par de zapatos de piel de cocodrilo con bolsas de monedas”, y el artículo continuaba diciendo: “Su castigo está incluido en su éxito.  Tendrán que gastar su botín euro por euro.  Pueden comprar millones de botellas de refresco. Pero ¿qué más?”

Estos ladrones tenían lo que algunos podrían llamar una riqueza limitada.  Tenían dinero, pero no podían gastarlo de la forma en que ellos hubieran querido, no podían comprar nada que valiera la pena.

Esta situación es muy similar a la de las personas que pasan su vida acumulando bienes materiales, y no hacen ninguna provisión para la vida eterna.  Tienen cosas temporales que se desgastarán con el tiempo o que darán alegría por un lapso limitado, pero finalmente su efecto se acabará ya que son espiritualmente pobres.

Cuán ciertas y vigentes siguen siendo las palabras de nuestro Señor: “Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban” (Mateo 6:20).

  1. La riqueza limitada a este mundo es temporal y se acabará, ya sea que la gastes o que te llegue la muerte.
  2. Las personas más pobres del mundo son aquellas cuya única riqueza es su dinero.

HG/MD

“Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban” (Mateo 6:20).