Lectura: Mateo 7:1-5

Hace ya algún tiempo leí un cuento corto que hablaba con respecto a la crítica, decía lo siguiente: “Una semillita cayó en el suelo empezó a brotar, y meditaba de la siguiente forma: “¿cuál de esas flores llegaré a ser?” Luego se decía a si misma: “No quiero ser rosa porque tiene espinas.  No tengo ganas de ser lirio blanco, porque no tendré color y tampoco quiero ser violeta porque es muy pequeña y crece muy cerca del suelo.”

El poema de esta semillita criticona, que le encontraba fallas a todas las flores, termina de la siguiente forma: “Así criticó a todas las flores, la altanera semilla.  Hasta que despertó una mañana descubriendo que era una mala hierba.”

El apóstol Pablo nos escribe en Romanos 12:3 que no debemos tener un concepto de nosotros más alto de lo que realmente somos.  “Digo, pues, a cada uno de ustedes por la gracia que me ha sido dada, que nadie tenga más alto concepto de sí que el que deba tener; más bien, que piense con sensatez, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno”.  Es necesario que pensemos con cordura, el mismo apóstol le dirige las siguientes palabras a la iglesia de Filipos: “No hagan nada por rivalidad ni por vanagloria, sino estimen humildemente a los demás como superiores a ustedes mismos” (Fil.2:3).

Podemos estar seguros que si no seguimos estas instrucciones tan directas, es bastante probable que empecemos a encontrar rápidamente defectos en los demás, logrando con esto juzgarnos a nosotros mismos. En Romanos 2:1-2 nos dice lo siguiente: “Por lo tanto, no tienes excusa, oh hombre, no importa quién seas tú que juzgas, porque en lo que juzgas a otro te condenas a ti mismo, pues tú que juzgas haces lo mismo.  Pero sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que practican tales cosas.”

Lo anterior no quiere decir que nunca debamos juzgar situaciones que se nos presentan en la vida o juzgar conductas de otras personas, la pregunta no es si debemos juzgar sino cómo debemos hacerlo: sin hipocresía (autoexamen primero) (Mt.7:1-5), para que su hermano vea mejor (Mt.7:1-5), no por apariencia, sino con justicia (corazón de Dios) (Jn.7:24), rectamente (Lc.7:43), según Lucas 17:3-4 y 2 Tim. 2:24-26: buscando el arrepentimiento (restauración-recuperación) del que ha cometido la falta.  Para que conozca la verdad y escape de la cautividad del diablo.  Sin motivos egoístas y con humildad.

  1. Una buena cura para una conducta criticona es examinarnos a nosotros mismos honestamente, antes que cualquier otra acción.

 

  1. Recuerda ser paciente con las faltas de los demás, ellos tienen que ser pacientes con las tuyas.

HG/AC/MD

“Pues el siervo del Señor no debe ser contencioso sino amable para con todos, apto para enseñar y sufrido;  corrigiendo con mansedumbre a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para comprender la verdad  y se escapen de la trampa del diablo, quien los tiene cautivos a su voluntad.” (2 Tim. 2:24-26).