Lectura: Isaías 43:1-13

Era un día entre semana como cualquier otro para esta madre de dos niñas de secundaria: levantarse temprano, tener un tiempo devocional con Dios, ir a bañarse, levantar a sus hijas, secar su cabello, preparar el desayuno; pero algo pasó entre secar su cabello y preparar el desayuno.

Por alguna razón su cabello no se secaba, desconectó y volvió a conectar el aparato, pero seguía igual, hasta que se dio cuenta de lo que pasaba, la temperatura del aire era incorrecto, una de sus hijas lo había cambiado de caliente a tibio.

Seamos sinceros, desearíamos poder controlar las circunstancias de nuestra vida con tanta facilidad como se cambia la temperatura del secador de cabello.  La mayoría de nosotros elegiría una posición de confort, ni muy frío, ni muy caliente.  Seguramente, nadie elegiría por voluntad propia enfrentar el calor de la adversidad, ni el frío de la aflicción.

Pero, desde el punto de vista espiritual, no se puede elegir lo tibio ya que esto en verdad no nos va a llevar a ninguna parte. Nuestro llamado a servir y ser obedientes a la voluntad de Dios, nos llevará a enfrentar en algún momento situaciones incómodas que nos sacarán de la zona de confort y nos enfrentarán al calor de la prueba.  Dios quiere refinarnos y purificarnos, pero para ello muchas veces usará el horno de la aflicción, tal como lo expresó el profeta Isaías cuando dijo: “…Cuando andes por el fuego, no te quemarás ni la llama te abrasará” (Isaías 43:2).

  1. Nadie sabe cuándo va a ser llamado a caminar por el fuego de la prueba, ni cuán caliente será el horno, sin embargo, lo que sí sabemos es que Dios usará esa circunstancia para purificarnos y jamás para destruirnos.
  2. A ningún creyente debería sorprenderle el fuego de las pruebas (1 Pedro 4:12).

HG/MD

“Amados, no se sorprendan por el fuego que arde entre ustedes para ponerlos a prueba como si les aconteciera cosa extraña” (1 Pedro 4:12).