Lectura: Lucas 7:36-50

La mayoría de hombres que estaba en el centro de rehabilitación estaban despeinados y en general con muy mala apariencia.  Algunos de ellos estaban medio dormidos y apáticos.  Ningún rostro de aquellas personas mostraba entusiasmo, cuando empecé a hablar.  Pensé: ¿Qué puedo esperar?  La mayoría de estos hombres  son alcohólicos, no tienen casa, y nadie se preocupa por ellos.

Pero entonces vino a mi mente a actitud de Cristo y dije: “Señores, la gente a veces se refiere a ustedes como vagos perdidos, pero se equivocan.  Dios ve a cada uno de ustedes como una persona que vale y que tiene un tremendo potencial.  Dios anhela perdonarles, aceptarles, cambiarles y darles vida eterna”

Conozco a un predicador de un barrio marginal que dice que su congregación está llevando prostitutas al conocimiento de Cristo.  Han llegado a ver a esas mujeres como pecadoras igual que ellos por quienes Jesús murió en la cruz.  Al tratarlas respetuosamente les muestran que por medio de la fe en Cristo pueden ser perdonadas, aceptadas y cambiadas.

El fariseo de Lucas 7:36-39 no tenía amor por los pecadores.  Era una actitud que decía, básicamente: “Vagos perdidos”.  Pero los creyentes maduros “a nadie (conocen) según la carne” (2 Co. 5:16).  Ven a todos los que están en Cristo como personas completamente limpias.  Para ellos, hasta el peor de los pecadores es un discípulo en potencia del Señor.  No han olvidado que sin Cristo todos seríamos “vagos perdidos”

  1. En Cristo, el desesperanzado encuentra esperanza.
  1. Tienes el tesoro más grande del mundo y tienes la dicha de poderlo compartir con todos, ¿por qué no compartes tu fe en Cristo con alguien?

NPD/HVL