Lectura: 1 Corintios 9:24-27

El atleta paralímpico James Martinson, es un verdadero ejemplo para todos aquellos que lo conocen, pero no siempre fue así.  En su juventud tenía el sueño de convertirse en un miembro del equipo de esquí de los Estados Unidos, pero en ese momento el ejército lo reclutó y lo envió a la cruda guerra de Vietnam, donde desgraciadamente, debido a un incidente con una mina antipersonal, perdió ambas piernas.  Eso lo llevó a un tiempo oscuro y depresivo en su vida, odiada a todos los que le rodeaban y culpaba a Dios, abusaba de las drogas e incluso llegó a pensar en el suicidio.

Por esos días tristes de su vida, conoció a varios creyentes quienes empezaron a compartir con él sobre como el Señor podía cambiar su vida; por supuesto, en un inicio se reusó a tan siquiera escucharlos, pero ellos pacientemente siguieron insistiendo, hasta que finalmente decidió darse una oportunidad con Dios.  Él recuerda: “No recuperé las piernas, pero empecé a experimentar algo nuevo en mi interior”.

Gracias a esta nueva perspectiva en su vida, James empezó a trabajar con adolescentes, y en una ocasión le dijeron lo siguiente: “¡Ven a correr con nosotros!”.  Él les contestó: “¡No puedo! No tengo piernas”.  Ellos de una forma muy práctica le respondieron: “Pero tienes una silla de ruedas” Y esas palabras lo marcaron por el resto de su vida.   A la larga, gracias a ese desafío llegó a ser un ganador y hasta llegó a cumplir sus sueños de ser un esquiador; en abril de 2016 fue incluido en el Salón de la fama del Ski y Snowboard de los Estados Unidos.   A menudo las personas le preguntan: ¿Fueron las maratones en sillas de ruedas o las medallas en Ski las que te cambiaron la vida?  Él contesta siempre con gran convicción: “No, fue Jesús”.

  1. Quizás te sientas como un perdedor y que tu vida no marcha de la forma que soñaste, ¿por qué no pruebas acercándote a Jesús? Acepta el desafío que el apóstol Pablo nos realiza a todos los creyentes en 1 Corintios 9:24, Jesús no sólo cambiará tu vida si se lo permites, sino que te dará una nueva razón para vivir.
  2. Cuando Jesús llega a una vida, nunca nada vuelve a ser igual.

HG/MD

“Prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús .” ( Filipenses 3:14).