Lectura: Números 13:26-14:9

Hace un tiempo leí una historia que tuvo lugar hace algunos años en el zoológico de San Francisco. La historia contaba que este zoológico había recibido 6 pingüinos de otro zoológico con el fin de darle variabilidad genética a sus pingüinos, pero nadie esperaba lo que sucedió, los otros 52 ahora seguían a los nuevos, y habían estado nadando alrededor de la piscina circular desde el amanecer hasta el anochecer.

Los expertos en pingüinos dicen que estos amigos palmípedos son muy sociables, y que están “abiertos a nuevas ideas fomentadas por los recién llegados”.

Puede que sea difícil explicar la conducta de los pingüinos, pero la gente puede ser incluso más desconcertante. Cuando leemos el relato bíblico de lo que sucedió poco después de que Moisés condujera a un enorme grupo de personas en su éxodo de Egipto, tenemos que preguntarnos: ¿cómo es que unos cuantos pudieron hacer que el resto los siguiera en su rebelión contra Moisés (Números 13:26-14:4)? Y más aún después de todo lo que habían pasado en Egipto, su liberación milagrosa y la división del mar; ¿cómo permitieron que un informe malo de unos cuantos espías los convirtiera en rebeldes que dudaban y se quejaban de Moisés y de Dios? Hasta dijeron que querían un líder nuevo que los llevara de vuelta a Egipto (14:4).

Me gustaría creer que hoy no hay creyentes tan ingenuos, volubles y tontos, que se dejan influenciar tan fácilmente por los demás. Eso es lo que me gustaría creer.

Pero ¿cuántos de nosotros hemos “regresado a Egipto” o pensado seriamente en hacerlo? Es decir, ¿cuántos hemos comenzado la trayectoria de fe, siguiendo a Jesús, pero desde entonces hemos vacilado? Hemos estado escuchando a alguien, tal vez incluso a unos cuantos amigos quienes han estado sugiriendo que nos estamos perdiendo de algo en la vida. Puede ser que sugieran que tratar de ser morales y honestos en la sociedad de hoy es mucho pedir.

  1. ¿Es demasiado pedir que seamos totalmente leales a Aquel que dio su vida por nosotros?
  2. Antes de actuar piensa y ora, pide dirección a Dios y humildad para aceptar la respuesta.

HG/MD

“¿Qué, pues, diremos frente a estas cosas? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).