Lectura: Romanos 14:13-19

Si bien es cierto que nuestras casas son nuestro castillo donde se aplican nuestras reglas, también es cierto que el vecindario donde está nuestra casa, requiere que cumplamos con determinadas acciones de convivencia generales.

Por ejemplo, sacar la basura el día en el cual pasa el camión recolector de desechos, ya que a prácticamente nadie le gusta ver bolsas de basura en las aceras, con la posibilidad de que un animal las destruya.  Otro ejemplo; en la mayoría de nuestros vecindarios hay niños que juegan fuera de las casas, así que en muchos lugares se han puesto carteles que solicitan manejar con cuidado y lentamente.

No debemos olvidar que nosotros somos los administradores temporales de parte del “reino de su Hijo amado” (Colosenses 1:13), y vivir en su vecindario implica que sigamos patrones de comportamiento que nos ayudarán a cambiar nuestra vida, y reflejar con las acciones que somos parte del vecindario celestial.

Es por esta razón, que el apóstol Pablo nos recuerda que el reino de Dios no consiste en discutir y pelearse por cuestiones terrenales, sino en considerar la “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17). Vivir según los parámetros divinos, siendo pacificadores y generadores de gozo en todas nuestras relaciones interpersonales, es la verdadera esencia de la vida cristiana.

  1. Cuando vivimos a la manera de Dios siguiendo su voluntad, nuestro andar le agrada a Él y bendice a los demás (Romanos 14:18).
  2. Vivamos de tal forma que otros quieran vivir en nuestro vecindario.

HG/MD

“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).