Lectura: 2 Corintios 1:1-7

Parece que por donde mires no dejan de ocurrir tragedias y situaciones difíciles para las personas: padres que tratan de sacar a uno de sus hijos de la drogadicción, el hombre que sufrió un accidente automovilístico y como consecuencia una persona está entre la vida y la muerte, varias personas que conoces tienen problemas económicos y no encuentran empleo, o tu mejor amigo tiene un grave problema de salud. Por supuesto, tú conoces más historias; incluso, tal vez tengas la tuya, estos son días difíciles.

Entonces, ¿dónde encuentras ayuda cuando las luchas y las tragedias amenazan con sacudir tu fe y robarte el último granito de gozo?

Quizá debas acudir al lugar donde siempre encuentras el camino correcto, por ejemplo, 2 Corintios 1:3 está lleno de esperanza, socorro y posibilidades.

Examina por un momento este versículo, Pablo alaba a Dios en dos aspectos, y además recuerda que él tuvo más luchas y problemas de los que la mayoría de nosotros podría soportar. En primer lugar, alaba al Señor, quien no es sólo nuestro Dios, sino el Dios y Padre de Jesús. ¡Piensa en todo el poder y el amor que encuentras en estas palabras si en verdad meditas en ellas!

Luego, da una noticia aún mejor ya que dice que Nuestro Padre celestial es el Dios de la misericordia y compasión. Se ocupa de nosotros con un amor bondadoso y eterno. Y hay más: Él también es el Dios de toda consolación.

  1. ¿Necesitas compasión? ¿Necesitas consuelo? Acude a Dios, ya que Él tiene una provisión inagotable y está pronto a derramarla abundantemente sobre ti.
  2. ¡Él es a quien necesitamos en los momentos difíciles!

HG/MD

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3).