Lectura: Mateo 22:15-22

Al leer nuestra lectura devocional, nos encontramos con un tema que a la mayoría de nosotros no nos gusta: los impuestos.

Y es que el pueblo judío estaba bajo la autoridad romana, así que los líderes religiosos idearon una trampa malévola al decirle a Jesús: “Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, que enseñas el camino de Dios con verdad y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, ¿Qué te parece? ¿Es lícito dar tributo al César o no?” (Mateo 20:16-17).

Si Él decía, “Paguen los impuestos al César”, muchos de los judíos se disgustarían porque estaría afirmando la autoridad del César. Si, por el otro lado, decía, “No paguen los impuestos al César”, las autoridades políticas se molestarían.

Así que la increíble respuesta del Señor Jesús (Mateo 22:20-21) nos da al menos tres aspectos significativos de profunda comprensión:

  • Vivimos en un mundo con dos reinos: el reino del César (de autoridad humana-política) y el reino de Dios (de autoridad espiritual). Estos reinos pelean por nuestra lealtad.
  • Tenemos responsabilidades para con ambos reinos. Nuestras responsabilidades en el gobierno humano incluyen el pago de impuestos, dar honra a los líderes políticos y votar. Orar por los líderes políticos y someterse a ellos son dos de nuestras responsabilidades espirituales en el reino de Dios.
  • Nuestra mayor responsabilidad es para con Dios y su reino. Lo que Jesús quería decir es que, si bien tenemos obligaciones para con el César, tenemos una mayor responsabilidad para con Dios.

Ya el rey David nos había dado una visión objetiva sobre este asunto: “Estos confían en carros, y aquellos en caballos; pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios” (Salmos 20:7). Nuestra esperanza final no se encuentra en el gobierno humano; se encuentra en el propósito soberano de Dios.

  1. Y tú, ¿En quién confías, en Dios o en los hombres?
  2. Aprendamos del Señor Jesús a dar respuestas sencillas y sabias, basadas en la práctica de una vida que en realidad agrada a Dios diariamente.

HG/MD

“Estos confían en carros, y aquellos en caballos; pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios” (Salmos 20:7).