Lectura: Apocalipsis 3:14-22

Era una de las siete iglesias nombrada en el Apocalipsis, su nombre Laodicea. Esta ciudad tenía serios problemas con el agua; mientras que una de las grandes ciudades cercanas llamada Hierápolis (la actual Pamukkale en Turquía), era famosa por sus cascadas de algodón, que son el resultado de las calcificaciones causadas por sus aguas termales, y además tenía acceso a agua fresca y cristalina.  Así mientras esta cuidad disfrutaba de las mejores condiciones, la antigua ciudad de Laodicea, por su posición geográfica ubicada al sur de la ciudad de Hierápolis, debía soportar agua tibia con sabor a azufre y cargada de minerales. No era caliente ni fría. Era simplemente asquerosa.

Es por ello que las palabras del Señor a los creyentes laodicenses en Apocalipsis 3, era de muy fácil entendimiento y hasta impactantes. El Señor los reprendió porque “ni eres frío ni caliente” (v.15). Es triste que al referirse a ellos, sintiera ganas de vomitar (v.16), justamente el efecto que le causaba a ellos beber el agua. Pero, ¿cuál era su problema? El pecado de la autosuficiencia. Los laodicenses se habían enriquecido tanto que habían olvidado lo mucho que necesitaban a Jesús (v.17).

Cuando una persona dice que por sus propios medios tiene y ha alcanzado todo lo que necesita, quiere decir que Jesús no es lo primero en su vida, y es por ello que Él se ofende profundamente.  La autosuficiencia o sentirnos independientes, nos aleja de buscar las cosas que realmente necesitamos y que sólo el Señor nos puede dar.

Tómate tu tiempo para leer las siguientes afirmaciones: si prefieres tener dinero en vez de carácter, si tus tarjetas de crédito están al máximo y tu rectitud al mínimo, si te has vuelto astuto, pero no eres sabio, entonces has realizado “tus compras” en todos los lugares equivocados.

Jesús ofrece productos que son muchísimo mejores (v.18). Él sigue llamando a la puerta de tu corazón (v.20). Déjalo entrar. ¡Te dará todo lo que realmente necesitas!

  1. Siempre tenemos lo necesario cuando Dios es nuestra provisión.
  2. El Señor quiere formar parte de tu vida, Él quiere que su carácter y prioridades sean también las tuyas.

HG/MD

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!” (Apocalipsis 3:15).