Lectura: 1 Corintios 15:1-4, 20-25

En el 2010 el mundo fue testigo del drama de 33 mineros quienes estuvieron atrapados en una mina de oro y cobre ubicada en el desierto de Atacama, a unos 800 kilómetros al norte de Santiago de Chile.

En este rescate estuvieron involucrados expertos de muchos países, quienes se ofrecieron para llegar y salvar a estos mineros que se encontraban a más de 600 metros (2.000 pies) de profundidad.  El mundo miró con asombro mientras un minero tras otro era rescatado y liberado.

Las Sagradas Escrituras nos narran sobre un rescate muchísimo más increíble, complicado y demandante, ya que, por la desobediencia de nuestros primeros padres, Adán y Eva, toda la humanidad está atrapada en el pecado (Génesis 2:17; 3:6, 19; Romanos 5:12). Incapaz de liberarse, cada ser humano enfrenta la muerte física y eterna (Romanos 3:23).

Pero, y este es uno de los grandes “peros” de la historia, Dios ha provisto a un rescatador: Jesús, el Hijo de Dios.  Gracias a su sacrificio en la cruz, todo aquel que acepta el regalo de la salvación ofrecido mediante su muerte y resurrección, es liberado de las garras del pecado y de la pena de muerte resultante (Romanos 5:8-11; 10:9-11; Efesios 2:1-10). Jesús es “primicias de los que durmieron” (1 Corintios 15:20). Fue el primero en resucitar de los muertos para no volver a morir jamás. Asimismo, todos los que ponen su fe en Él reciben la vida (Romanos 8:11).

  1. ¿Te sientes atrapado en los pecados que te ahogan? Acepta HOY el regalo de la salvación que Dios ofrece, y disfruta de la libertad en Cristo en esta vida y en la eternidad con Él (Hechos 16:31; Efesios 2:1; Colosenses 2:13).
  2. No permitas que el enemigo te siga engañando, Jesús sí puede liberarte, no lo dudes.

HG/MD

“Pero ahora, libres del pecado y hechos siervos de Dios, tienen como su recompensa la santificación y, al fin, la vida eterna” (Romanos 6:22).