Lectura: Colosenses 3:22-25

¿Cómo estoy ayudando a difundir el evangelio? ¿Alguna vez te has hecho esa pregunta? ¿Te vez día a día como un esclavo del trabajo monótono, realizando tareas repetitivas?

Si es así, puedes que sientas que estás en un estado crónico de frustración espiritual. Esto está muy alejado del gran designio y propósito de Dios para tu vida.

Sin embargo si los propósitos de Dios han de ser cumplidos, no debemos descuidar las tareas rutinarias inmersas en la búsqueda de un fin superior.  Para que entiendas mejor: las comidas deben ser cocinadas, la basura debe ser recogida, el auto necesita gasolina, los niños deben ir día a día a la escuela y los niños pequeños deben estar supervisados continuamente.

Podemos aprender del antiguo predicador que escribió: “Cualquiera que sea nuestro llamado, con gusto serviremos al Señor. Los servidores más dignos, son los que realizan su trabajo de servir al Señor, en donde Él los ha colocado”.

¿Tu trabajo te parece una pérdida de tiempo? Imagínate lo que sería la vida si nadie se molestara en hacer el trabajo que haces. Considera que tu oficina llegue a ser un santuario al igual que tu hogar o ministerio.  Luego de esto, lleva a cabo tu deber como si lo estuvieras haciendo como para el mismo Jesús . Después de todo, Él es el al que realmente estás sirviendo (Col. 3:23).

  1. Tu trabajo no es una pérdida de tiempo, es algo por lo que te pagan y debes hacerlo con honestidad, si no estás contento con lo que haces, siempre existirá la posibilidad de cambiar de trabajo, siguiendo un plan donde exista el riesgo de no conseguir trabajo rápidamente, de considerar el suplir para las necesidades de tu familia y el honrar tus deudas.
  2. No hay servicio en Cristo insignificante.

NPD/VCG