Lectura: 1 Crónicas 16:23-36

Era la noche de un domingo como muchos y la familia estaba reunida para la cena.  El más pequeño de la familia tenía el turno para orar y lo hizo de la siguiente forma: “Gracias Jesús, por un día muy bonito, gracias porque me dejaste ir hoy a la iglesia, para ver a mis amigos” Y para terminar sorpresivamente dijo: “¡Hasta la próxima semana! Amén”

Tristemente, la oración de ese niño refleja la manera en la que vemos la vida cristiana.  Al finalizar el domingo asumimos una actitud hacia Dios de: “hasta la próxima semana”, y lo guardamos como a un libro en la biblioteca que almacena polvo toda la semana, hasta que nuevamente retomamos la relación cuando nuevamente llega el domingo.  Dios no es competencia para las responsabilidades del trabajo, los quehaceres domésticos, el programa favorito, la actualización diaria de las redes sociales, las cuentas por pagar, la tarea de los niños, en fin, prácticamente Él nunca es prioridad.

En nuestra lectura devocional en 1 de Crónicas, se nos brindan datos sobre su poder y majestad, de los cuales podemos pensar y hablar “de día en día” (v.23), dándole la gloria que Él merece (v.24), reconociendo su mano creadora (v.26).  Podemos además hablar de su honor, majestad, fortaleza y del gozo que nos brinda (v.27).

  1. Cada día sus bendiciones son nuevas; nos brinda la oportunidad de reconocer nuestra dependencia y amor hacia Él.
  2. El día no está completo hasta que adoras a Dios.

HG/MD

“¡Canten al Señor, toda la tierra! Anuncien de día en día su salvación” (1 Crónicas 16:23)