Lectura: Filipenses 4:4-13

Una vez, un poeta escribió: «En general, el ser humano es insensato. Cuando hace calor, quiere frío; cuando hace frío, quiere calor. Siempre quiere lo que no está».

¡Qué reflexión inteligente sobre la naturaleza humana! Por eso, cuando leemos en Filipenses 4:11, «… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación», nos preguntamos: ¿Será posible sentirse así?

Para Pablo lo era. Filipenses 4:12-13 describe la actitud del apóstol ante la vida: «Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (NVI). La comunión de Pablo con Dios estaba por encima de lo que tuviera o de lo que le faltara. Su contentamiento no dependía de las circunstancias, sino de su relación con Cristo.

El apóstol nos recuerda que el contentamiento no se produce de la noche a la mañana. Es algo que se aprende. A medida que nuestra relación con Dios se desarrolla, con el tiempo y las experiencias, aprendemos a confiar más en Él y menos en nosotros. Pablo sabía que Cristo le daría fuerzas para perseverar en toda situación en que se encontrara (v. 13).

Cualesquiera que sean las circunstancias que enfrentes hoy, mediante la oración podrás recibir la fortaleza necesaria para estar contento.

1.¿Estás realmente contento con lo que Dios te ha dado?

2. Si no es así, entiendes que no tenías vida y Él te levantó de los muertos?

«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, 5 nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados.  ¡Por gracia ustedes han sido salvados!» – Efesios 2:4

NPD/AL