Lectura: Mateo 5:1-12

Algunas veces somos como el niño que al final del día se arrodilla junto a su cama y ora de la siguiente forma: “Gracias Dios, por no dejar que mi mamá encontrara las envolturas de chocolate en mi bolsillo. Estoy contento porque me pude quedar con todos los dulces que en realidad eran de Esteban.  Ah, y se me olvidaba, gracias por no dejar que papá se diera cuenta que tomé sin permiso sus herramientas, para realizar los experimentos de mecánica en mi “bicicleta Monstruo”.

Una actitud muy similar y mala por cierto, es la que a veces nos caracteriza como creyentes.  Es por eso que nuestra lectura de la Biblia en Mateo 5 es tan apropiada.  Aunque la palabra gracias no aparece en estos versos, en este pasaje el Señor nos muestra de lo que se trata la buena vida; en vez de enfatizar el éxito material, Cristo nos enseña que la verdadera felicidad y prosperidad comienzan en el corazón.

¿Cómo podemos decir gracias de una manera más significativa? Trata de dar gracias a Dios por las pruebas que te llevaron a reconocer tus necesidades espirituales (v.3), por las veces que lloraste cuando reconociste el pecado (v.4), por las veces en que humildemente aceptaste la soberanía de Dios (v.5). Gracias por las alegrías y tristezas que te animaron a tener hambre de justicia (v.6), por todas las veces que Dios te mostró misericordia (v.7),  porque Él te recuerda diariamente la necesidad de ser puro de corazón (v.8), o por las veces en las que fue necesario ser un pacificador (v.9).

Debes darle gracias a Dios por todos aquellos acontecimientos que han contribuido al desarrollo de las bienaventuranzas en tu vida, las cuales reflejan su plan para tu bienestar.

  1. Esa es la idea: darle verdaderamente las gracias a Dios, día con día.

 

  1. Para el creyente, dar gracias no es tan sólo la acción de un día, sino que es una forma de vida.

HG/MD

“Pero gracias a Dios, quien nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57)