Lectura: Mateo 5:11-16

En un mundo lleno de hipocresía, las personas muchas veces prefieren los hechos en lugar de las palabras. Por supuesto, esta preferencia también es aplicable a la vida cristiana.

Se cuenta una historia sobre un joven creyente, quien luego de su tiempo de almuerzo tomaba unos minutos para leer la Biblia. Algunos de sus compañeros de trabajo al darse cuenta de este hábito, empezaron a burlarse jugándole bromas y promoviendo trampas para hacerlo caer en errores, con tal de mostrar que no era tan entregado a Dios.  A pesar de todo, el joven prosiguió con su lectura bíblica y oraba para encontrar la forma de presentarles el mensaje de Cristo a aquellas personas que se burlaban de él.

Sus compañeros no eran cuidadosos; al terminar la jornada laboral dejaban sus herramientas y espacios de trabajo desordenados, lo cual en ocasiones provocaba que iniciaran el trabajo más tarde, afectando con ello los ingresos de la empresa. El muchacho observó este comportamiento equivocado y un día optó por quedarse al final de su jornada para ordenar los espacios.

Al día siguiente los hombres se mostraron desconcertados por la limpieza de sus sitios de trabajo, lo cual ocurrió varios días seguidos. Algunos de ellos se dieron cuenta que el joven era el único que podía estar haciendo aquella buena obra y le agradecieron por su humilde servicio; de esta forma llegaron a respetarlo y unos pocos se unieron a él en su lectura bíblica.  Sus compañeros empezaron a cambiar de opinión cuando vieron que el testimonio hablaba más que las palabras.

  1. Como creyentes debemos anhelar compartir nuestra fe con quienes nos rodean. Sé creativo y busca formas en las cuales puedas llevar a otros las buenas nuevas de Jesús.
  2. La vida de los creyentes debe ser una ventana a través de la cual los demás puedan ver a Cristo.

HG/MD

“Así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:16)