Lectura: Efesios 1:15-21

El momento en el cual conocemos a nuestro Señor como Salvador, es sin lugar a dudas único y particular. Tomemos el ejemplo de una persona que compartió ese primer momento: “Cuando acepté a Cristo como Salvador, sentí como que Dios había extendido su mano desde el cielo y me había colocado un nuevo par de ojos en mis órbitas oculares. ¡Pude entender la verdad espiritual!”.

Resulta muy interesante que en el caso de esta persona el encuentro con el Salvador le dio una nueva percepción espiritual, y su experiencia no es una excepción. Todos somos dotados de nueva visión espiritual cuando confiamos en Cristo.  No obstante, en ocasiones también pueden presentarse momentos de “neblina”, y es cuando nuestros ojos espirituales se oscurecen y se nublan. Esto ocurre cuando descuidamos nuestra comunión con Él.

Para prevenir esta situación, en su momento el apóstol Pablo oró por la visión espiritual de los creyentes, lo cual muestra cuán importante es valorar todo lo que Dios ha hecho y hará por nosotros en Cristo.  Él oró de la siguiente manera por los creyentes: “habiendo sido iluminados los ojos de su entendimiento para que conozcan cuál es la esperanza a la que los ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1:18).

Cada creyente ha recibido una nueva visión para discernir la verdad espiritual. Mientras mantengamos nuestro corazón en armonía con Dios, Él nos ayudará a ver con ojos espirituales todo lo que nos ha dado en Cristo.

  1. Señor ayúdanos a mantener nuestra visión puesta en ti.
  2. Gracias Señor por tu Palabra que nos ayuda a vislumbrar el camino correcto.

HG/MD

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que tenía delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).