Lectura: Apocalipsis 3:14-19

La mayoría de personas dice creer en Dios, lo cual significa que son teístas (creencia en un Dios como ser Superior, Creador del mundo).  El verdadero ateísmo es una rareza.

No obstante, en los últimos años muchos han sugerido que es necesario crear un nuevo término para esa mayoría que dice creer en Dios, pero en su vida diaria muestran en realidad que Dios les interesa muy poco.  Una sugerencia que he oído es la palabra compuesta por el prefijo Teo (del griego θεος: theos: Dios) y el sustantivo apatía, la cual implica indiferencia y falta de interés: Teoapatía. De ahí que sin importar la creencia que profese alguien, puede estar viviendo en teoapatía, haciendo que su fe salga a relucir cuando quiera sentirse identificado con una mayoría.

Un ejemplo de esto fue descrito por el apóstol Juan en el libro de Apocalipsis, cuando se refiriere a los creyentes que asistían a la iglesia de la Laodisea, a quienes calificó como “ni calientes, ni fríos” (Apoc.3:16).  Al comportarse de este modo, califican muy bien dentro de esta categoría de la teoapatía.

Este es un buen momento para examinarnos: ¿Somos fríos o tibios?  ¿Oramos por pura obligación?  ¿Asistimos a una iglesia tan sólo por las apariencias?  Para algunos ser creyentes es sinónimo de hábitos correctos, tales como bañarse o cepillarse los dientes.

  1. Antes de acostarte hoy, recuerda la oración del salmista: “¿No volverás a darnos vida de modo que tu pueblo se alegre en ti?” (Salmos 85:6)
  2. Si nuestro corazón no arde por Dios, no podremos brillar por Jesús.

HG/MD

“Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí” (Salmos 51:10).