Lectura: Génesis 5:21-32

“A la sombra de la luna”, es un documental que incluye la historia de Charlie Duke, uno de los astronautas de la Apolo 16 quien alunizó en el año 1972.

Durante la misión, Duke y su compañero John W. Young, exploraron por tres días el cráter Descartes, realizaron toda una serie de experimentos y recolectaron rocas lunares, mientras que su otro compañero cartografiaba el satélite terrestre. Luego de cumplir su misión, la tripulación de la Apolo 16 regresó a salvo a la tierra.

Posteriormente, Charlie experimentó una transformación espiritual que sucedió cuando un amigo lo invitó a un estudio bíblico.  Al final de la reunión, Charlie oró al Señor diciendo: “Te entrego mi vida y, si realmente existes, entra en mí corazón ahora”.  Según su propio testimonio, a partir de ese momento empezó a experimentar una paz indescriptible, lo cual lo impactó tanto, que comenzó a contar su historia de vida a otras personas; muchas veces compartió su fe aprovechando lo que había vivido en su misión a la Luna, pero de una forma y con un propósito muy diferente al de alimentar el ego que podía sentir al haber realizado semejante hazaña; él les decía: “Mi caminata sobre la luna duró tres días y fue una gran aventura; no obstante, mi caminar con Dios durará para siempre”.

La Palabra de Dios, relata la historia de otro hombre que caminó con Dios. “Caminó, pues, Enoc con Dios y desapareció, porque Dios lo llevó consigo” (Génesis 5:24).  El andar espiritual de Enoc, fue tan profundo que Dios lo llevó directamente a la eternidad con Él: “Por la fe Enoc fue trasladado para no ver la muerte y no fue hallado, porque Dios lo había trasladado. Antes de su traslado, recibió testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5).

Podemos aprender una lección de Charlie y Enoc: Para los creyentes, cualquiera que sea el lugar adonde nos conduzca el viaje, ¡nuestra caminata con Dios perdurará para siempre!

  1. Tanto la historia de Charlie como la de Enoc, nos enseñan que cualquiera sea el lugar a donde nos conduzca el viaje de nuestra vida, nuestro compañero de viaje debe ser el Señor.
  2. Nuestra vida debe contar con metas eternas que nos hagan alzar nuestra mirada hacia el Señor, quien está interesado en formar parte de nuestra vida.

HG/MD

“El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6).