Lectura: 1 Juan 3:11-18

Consciente de que el amor a Dios y al prójimo es una enseñanza central de las Escrituras, desarrollé mi tesis doctoral sobre “El Concepto del Amor en la Psicología de Sigmund Freud”. Aprendí que este pensador influyente, aunque no tenía fe en Dios, enfatizó la suprema importancia del amor.

Freud escribió, por ejemplo, que la mejor manera de “escapar de las preocupaciones de la vida” y de “olvidar el verdadero sufrimiento” es seguir el camino “que espera que toda satisfacción provenga de amar y ser amado”. En este punto, Freud estaba de acuerdo con la Biblia, la cual se centra en el amor.

Las Escrituras enseñan que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). También enseñan la importancia de “la fe que obra por amor” (Gál. 5:6). Así que el gran problema que todos enfrentamos es cómo deshacernos del pecaminoso amor al yo mientras amamos sinceramente a Dios y al prójimo (Mt. 32:37-39; 1 Juan 3:14). El evangelio, con su mensaje del amor de Cristo que transforma vidas, ofrece la única respuesta a ese problema. Pablo declaró en Romanos 5:5, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo”.

  1. ¿Has experimentado la plenitud del amor de Dios? Sólo cuando confías en Jesús como Salvador, el Espíritu Santo de amor comenzará a fluir dentro y a través de ti.
  2. ¿Has derrotado el pecaminoso amor al yo?  La única forma de hacer este es con ayuda de Jesús (Mt. 32:37-39; 1 Juan 3:14).

NPD/VCG