Lectura: Salmos 56:1-4

Corría el año de 1942, el mundo estaba envuelto en los horrores de la segunda guerra mundial; en medio de ese conflicto se desarrollaron miles de historias entre ellas las de Etty Hillesum, quien era una joven judía que vivía en la ciudad de Amsterdam. En aquel momento los ejércitos nazis buscaban por todas partes donde se extendían sus tentáculos, a judíos y otras minorías para arrestarlos y enviarlos a campos de trabajo forzado y de exterminio.

A la mayoría de personas que vivían en esos países, se les había complicado escapar a otros lugares, debido al estricto control que se ejercía en las fronteras y caminos, por esta razón a muchos no les quedaba otra opción que quedarse en sus casas y esperar lo inevitable con el temor a lo desconocido.  En medio de toda aquella zozobra, Etty empezó a leer la Biblia y comprendió su necesidad de hacer de Cristo el Señor y Salvador de su vida.  Luego de hacerlo, sencillamente puso su mano en la mano de Dios y encontró valor y confianza poco usuales para su época y la situación que vivía.

Etty, escribió en su diario: “Desde todos los ángulos nos viene la destrucción, y pronto se cerrará el círculo y nadie podrá venir en nuestro auxilio,  Pero no siento que estoy en las garras de nadie.  Me siento segura en los brazos de Dios.  Y ya sea que esté sentada en mi querido y viejo escritorio en el distrito judío, o en un campo de concentración bajo la vigilancia de guardias, me sentiré segura en los brazos de Dios.  Porque una vez haz empezado a andar con Dios, sólo necesitas seguir caminando con Él, y toda la vida se convierte en una larga caminata”.

Etty fue una imagen viva y valiente de las palabras del salmista: “El día en que tengo temor yo en ti confío.  En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado. ¡No temeré lo que me pueda hacer ningún mortal!”. Etty finalmente fue capturada y enviada al campo de exterminio de Auschwitz, donde murió en el invierno de 1943, al lado de Su Señor.

  1. Al sentir la fuerza de los brazos eternos de Dios quien nos sostiene (Deut.33:27), podemos caminar por la vida con confianza, asidos de la mano de nuestro compañero de camino, Jesús.

 

  1. Puedes tener confianza, no debes tener temor si caminas con él hoy.

HG/MD

“El eterno Dios es tu refugio, y abajo están los brazos eternos…” (Deut.33:27).