Lectura: Santiago 4:1-6

Una familia se había mudado recientemente a su nueva casa, y ahora tenían algo que no poseían: un jardín; así que, siendo que era una buena época del año con lluvias constantes, decidieron sembrar algunas plantas en su nuevo jardín.  Pero, luego de esperar algún tiempo sus plantas no florecían, aunque las regaban y les ponían fertilizantes, así que le comentaron su problema a un experto quien les dijo: “¿Y antes de sembrar, rastrillaron y revolvieron un poco la tierra?”  La respuesta fue un no.  Cuando pusieron en práctica el consejo del experto, antes de lo que pensaban sus plantas presentaron hojas más robustas y por fin las ansiadas flores salieron para alegrar el día con sus colores.

En ocasiones nosotros también necesitamos ser rastrillados y revueltos para que nuestra vida florezca.  Es por eso que el apóstol Pedro les escribió las siguientes palabras a los creyentes que padecían persecución en su época: “Amados, no se sorprendan por el fuego que arde entre ustedes para ponerlos a prueba como si les aconteciera cosa extraña. Antes bien, gócense a medida que participan de las aflicciones de Cristo, para que también en la revelación de su gloria se gocen con regocijo” (1 Pedro 4:12-13).

Como la tierra de las plantas, en ocasiones los creyentes también necesitamos la incomodidad de las pruebas, el propósito de Dios con ello es permitir que nuestra fe sea fortalecida y que de ella brote alabanza y gloria a Él (1 Pedro 1:7).

Dios quiere remover las cosas que no son de utilidad para nuestro crecimiento y que impiden que nuestra vida florezca.  Así que, tengamos paciencia, lo que hoy parece un asunto complicado y doloroso, posiblemente sea la forma en la cual Dios está moldeando nuestro carácter.  Por supuesto, la idea de Dios nunca es destruirnos al permitir que seamos probados, y por eso también debemos estar atentos porque muchas veces los problemas son el resultado de nuestro pecado y desobediencia, de los cuales debemos arrepentirnos y volver al camino correcto.

  1. Sometámonos a su guía, al permitirlo Dios irá moldeando nuestra vida para que seamos mejores personas.
  2. Las pruebas ayudan a sacudir lo que en ocasiones está bloqueando, para que alcancemos lo que Dios quiere que seamos, creyentes efectivos y diligentes.

HG/MD

“Para que la prueba de su fe, más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego, sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo” (1 Pedro 1:7).