Lectura: Colosenses 2:1-10

Piensa por un momento en esta situación; te han hecho un desafío, te han dado un cubo de arena con pequeñas partículas de hierro, y te piden que saques el hierro de la arena.

Puedes hacerlo de la manera complicada, con tus dedos solamente, con esta solución tendrás mucha frustración y resultados muy limitados; o puedes utilizar una herramienta que te facilitará todo, se llama: imán.  Puedes introducir este instrumento en el cubo, y de seguro atraerás con él muchas más partículas de hierro, que las que conseguirías utilizando tus manos.

Al igual que la arena entre los dedos, el corazón acostumbrado a las quejas encuentra muy poco por lo cual estar agradecido.  Pero el corazón agradecido encontrará muchísimas razones para estar contento, al igual que el imán que atrae el hierro.

Pocas cosas en la vida nos afectan tanto como nuestra elección entre ser agradecido o ser una persona quejumbrosa.  Si examinas tu vida con mucha honestidad, descubrirás que has tomado decisiones de vida que te han llevado hasta dónde estás.  Si fue el camino de las quejas, probablemente, creerás que tienes muy pocas bendiciones.  Pero, si por el contrario elegiste el camino del agradecimiento, posiblemente hayas disfrutado muchas de las pequeñas cosas de la vida que te llenan de alegría y bendiciones.

El apóstol Pablo nos dijo que, un corazón que rebosa de gratitud tiene como fundamento la fe (Colosenses 2:7).  En Filipenses recomendó también: “¡Regocíjense en el Señor siempre! Otra vez lo digo: ¡Regocíjense! (4:4).

  1. DiosY tú, ¿qué decisión has tomado? ¿Quejarte o ser agradecido?  Cuando te quejas, puede ser que estés ignorando las bendiciones con las que Dios te ha favorecido, como son: la salud, la familia, la brisa, la naturaleza, un trabajo, entre otros.  Pero cuando escoges ser agradecido, siempre encontrarás una razón por la cual estar alegre, aunque pases por lugares secos y arenosos.
  2. Hoy, como todos los días, es un día para tener acciones de gracias por las bendiciones recibidas.

HG/MD

“Firmemente arraigados y sobreedificados en él, y confirmados por la fe, así como han sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” (Colosenses 2:7)