Lectura: Proverbios 18:1-15

Hace algunos años leí sobre un estudio realizado por una pareja de científicos cuya especialización era la ciencia cognitiva, ellos registraron el desarrollo del lenguaje de los seres humanos en sus primeros tres años de vida, utilizando a su bebé como fuente principal de estudio.

Para realizar la investigación equiparon su casa con todo tipo de dispositivos de grabación, para finalizar con al menos 200.000 horas de grabación de material en audio y video.  Luego de procesar mucho del material, lograron identificar, por ejemplo, que sonidos como “aga” con el tiempo se convirtió en “agua”, “opa” en “sopa”, “dada” en “papá”, o “ma”, “baba” en “mamá”.

Ahora, que pensarías de un investigador científico que propusiera realizar un estudio semejante al que hicieron con este bebé, pero en tu casa.  ¿Participarías sabiendo que cada palabra que pronuncies será registrada y analizada?  ¿Qué revelaría de ti ese estudio?

En nuestra lectura devocional el escritor de Proverbios 18, describe algunos de sus descubrimientos sobre lo que muestran de nosotros las palabras que pronunciamos.  Señala que los necios prefieren expresar sus opiniones, en lugar de tratar de entender lo que quieren decir los demás (v.2).  En otras ocasiones provocan peleas (vv.6-7) o hablan impulsivamente sin pensar en el impacto de sus palabras (v.13).

  1. Debes estar consciente de tus palabras y de lo que ellas conllevan.  Con la ayuda de Dios, puedes cambiar malos hábitos y palabras.
  2. Prefiere palabras de estímulo o de crítica constructiva, tal como lo aconseja el apóstol Pablo: “Ninguna palabra obscena salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen” (Efesios 4:29).

HG/MD

“Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7).