Lectura: Mateo 26:36-46

En una conversación con un buen amigo creyente, estuvimos hablando sobre el capítulo 26 de Mateo que nos habla de los momentos tan fuertes que vivió Jesús con sus discípulos y amigos en el Huerto de Getsemaní.

Él me dijo: “Sigo sin comprenderlo, si yo hubiera estado con Jesús en Getsemaní, no lo habría dejado solo. ¡Jamás me habría dormido!” Luego continuó diciendo: “¿Cómo podría alguien quedarse dormido al ver a una persona tan triste y estresada? ¡Y más leyendo que Jesús les dijo que no lo dejaran!” (v. 38).

Entonces, sabiendo que nuestras familias sufrían debido a que trabajábamos muchas horas, le pregunté lo siguiente: “¿Cuántas veces los hijos buscan a sus padres en la multitud en una actividad escolar esperando verlos? ¿Enfrentan problemas solos porque estamos ocupados o ausentes? Nuestros familiares y amigos necesitan que nos ocupemos profunda y personalmente de ellos. Incluso Jesús les pidió a sus discípulos que velaran y oraran con Él (ver vv. 40-45).

Sin lugar a dudas, no es sencillo conseguir un equilibrio entre las demandas de la vida y las necesidades de aquellos a quienes amamos y servimos, pero dejar de hacerlo es como traicionarlos emocionalmente.

Al pensar en los discípulos quienes decepcionaron a Jesús en el huerto, sería bueno considerar cómo podemos demostrarles hoy a nuestros seres queridos y a nuestros discípulos, que nos interesamos en ellos y en sus aspiraciones, sin descuidar nuestros deberes.

  1. Señor, ayúdanos a amarte a ti y también a los demás.
  2. En estos días de fiestas y regalos, el mejor presente que le puedes dar a tus seres queridos es tu amor y tu presencia en sus vidas. 

HG/MD

“Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).