Lectura: Romanos 7:1-6

Un diario publicó unos curiosos carteles que estaban clavados en un árbol. El mensaje era muy contundente.  El primer cartel decía: «Prohibido cazar», el del medio decía: «Prohibido pasar», y el de abajo decía: «PROHIBIDO TODO».

El comentario del periódico era el siguiente: «Prohibido cazar y pasar», estas son prerrogativas del dueño, sin embargo el “PROHIBIDO TODO”, hace que queramos cruzar la línea, gritar, saltar, en fin desobedecer hacer cualquier cosa con tal de ofrecer resistencia a un imperativo de ese tipo.

El apóstol Pablo conocía bien los problemas que hay detrás de una prohibición como esa. En Romanos 7 señala que la ley en realidad despierta los deseos rebeldes que tenemos dentro de cada uno de nosotros (Rom.7:5). El que nos prohíban algo tan sólo activa nuestros deseos pecaminosos y que estos quieran salir a desafiar a la prohibición.

Nuestra respuesta rebelde a las normas negativas destaca nuestra necesidad de una motivación fuerte y apremiante para hacer lo bueno. Pablo decía que podemos pasar de un largo listado de cosas que se pueden y no se pueden hacer, a una relación de amor cercana y creciente con nuestro Señor (Rom.7:6). La ley conlleva una condena de muerte debido a nuestra incapacidad de cumplirla (Rom.7:10). Pero el estar unidos a Cristo, nos da vida.

  1. Si hablamos y andamos con nuestro Señor y Salvador Jesús diariamente, podemos pasar del poder corrosivo de lo “prohibido” de la ley, a la libertad del pecado que tenemos en Él.
  2. Cristo expresó plenamente el amor de Dios y es el único que ha cumplido toda la ley, siendo perfecto. Verdaderamente podemos confiar en Su suficiencia.

NPD/MRD