Lectura: Ezequiel 36:27-27

Las noticias no eran nada buenas, luego de sentirse muy mal por varios días, a un amigo le habían detectado un problema grave en su corazón y por ello tenía las arterias obstruidas.

Se programó con urgencia la intervención que dio como resultado la inserción de tres baipases. Luego de varias horas de espera, buenas noticias, había soportado la operación y ahora se había restaurado su torrente sanguíneo hacia el corazón, había conseguido literalmente una nueva oportunidad de vida.

Al pensar en esa situación por la que pasó mi amigo, no puedo dejar de pensar en que Dios nos ofrece vida nueva.  Tal como el colesterol obstruye las venas, el pecado obstruye nuestra capacidad de conectarnos con Dios y por ello necesitamos una intervención divina para solucionarlo.

Esto fue precisamente lo que le prometió Dios a su pueblo en Ezequiel 36:26: “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”.

Por supuesto, sabemos que esta promesa fue habilitada a partir de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesús.  Al confiar y recibir su perdón, a cambio se nos da un nuevo corazón espiritual, limpio del pecado y de todas las cosas que esto conlleva.

  1. Vivamos de tal manera que nuestra forma de actuar debido al nuevo corazón que tenemos, brinde gloria y honra a nuestro Señor.
  2. Tú también puedes tener un nuevo comienzo, un nuevo corazón, tan sólo reconoce que tu condición tal y como la de mi amigo es insalvable, por lo tanto, necesitas de una intervención divina de nuestro Señor Jesús, acepta su solución y recibe su perdón.

HG/MD

“Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26).