Lectura: 1 Pedro 1:13-21

Muchos estudios han comprobado que las emociones pueden afectar nuestra salud, así como también es cierto que la condición en que se encuentren nuestros cuerpos, puede afectar nuestras emociones.

Un estudio de la asociación americana del corazón, ha probado las consecuencias negativas de la desesperanza.  El estudio indica que las personas que han pasado por una situación complicada, la cual las ha llevado a sufrir una depresión profunda, pueden desarrollar arterioesclerosis (endurecimiento de las arterias).  Otros estudios, también han indicado la estrecha relación entre la desesperación y la salud del corazón, e incluso con la eventual muerte.

Estos estudios que comprueban la relación entre el bienestar emocional y el físico, no evidencian un descubrimiento nuevo, ya que en el libro de los Proverbios 17:22, se hace una referencia a esta situación: “El corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los huesos.” Y que los dichos de sabiduría que hallamos en la Palabra de Dios “son vida a los que los hallan y medicina para todo su cuerpo” (Proverbios 4:22).

Una relación constante y creciente con Dios y Su Palabra, nos puede beneficiar espiritual, física y emocionalmente.  El objetivo de la Palabra de Dios es que comprendamos la necesidad que tenemos de Su Perdón y de crecer en Su conocimiento por medio de la fe en Cristo.

  1. La seguridad de tener un Señor y Salvador personal, hace que veamos la vida de otra manera, gracias a la visión renovada que ahora tenemos en Jesús (Colosenses 3:1-3).
  2. La esperanza de un corazón arrepentido, pondrá una sonrisa en el rostro de la persona renovada por Cristo.

HG/MD

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios.” (Salmos 51:17).