Lectura: Hebreos 11:24-34

En los años 30 del siglo pasado, los Estados Unidos se vieron envueltos en un evento que tocó fuertemente las finanzas de ese país. Muchas familias perdieron sus trabajos y con el tiempo sus casas, e incluso por las circunstancias muchos se vieron obligados a vivir en campamentos o casas hechas de lonas y mantas.  Estas viviendas fueron conocidas en su momento como Hoovervilles (las villas de Hoover); muchos culparon al presidente de esa época Herbert Hoover (1874-1964) de ser responsable de lo que se denominó la Gran Depresión.

No obstante, esta ineficiencia como líder demostrada por Hoover durante los años de la Gran Depresión, contrastaba con su historial previo.  Este hombre había sobresalido como ingeniero geológico, estuvo involucrado en muchos proyectos mineros exitosos dentro y fuera de su país, y también fue pilar en muchas campañas humanitarias. 

Sin embargo, cuando el mercado de valores cayó en octubre de 1929, Hoover enfrentó una situación para la cual no estaba preparado, y pasó a la historia como uno de los responsables de esa depresión económica.

El mundo casi siempre es bastante cruel cuando se trata de señalar el fracaso de un líder, y desgraciadamente la iglesia no se queda atrás, pero, cómo sería la historia si Dios hubiera descalificado a Abraham cuando mintió con respecto a su esposa (Génesis 12:10-20); o si Dios hubiera destruido al desobediente Moisés (Números 20:1-13), o hubiera desterrado al asesino David (2 Samuel 11).  ¿Qué tuvieron todos estos hombres en común?  Fracasos; sin embargo, a pesar de ello serán recordados por su fe perseverante, “Por la fe… sacaron fuerzas de la debilidad…” (Hebreos 11:33-34).

  1. Seamos sinceros, todos nosotros fracasamos y fracasaremos, pero cuidado, no estamos hablando de que seamos creyentes mediocres, sino de que somos pecadores arrepentidos y en proceso de perfeccionamiento por nuestro Señor (Filipenses 3:12-14).
  2. Veamos los fracasos no como el fin del camino, sino como una nueva oportunidad para hacer que hoy sea mejor que ayer, y mañana mejor que hoy.  Dios siempre quiere utilizar a personas imperfectas para Su obra, sólo basta dar un vistazo a sus 12 discípulos.

HG/MD

“Prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”  (Filipenses 3:14).