Lectura: Juan 10:7-14

Por muchos años trabajé con grupos de jóvenes, y muchas veces conversábamos después de la reunión semanal en la iglesia. Yo les preguntaba: “¿Qué tal estuvo el grupo juvenil esta noche?”. Y ellos respondían: “Aburrido”.

Después de varias semanas así, decidí averiguar qué pasaba.  Entonces al finalizar el grupo me senté de forma disimulada cerca de algunos de los pequeños grupos que solían formarse y los vi reír, hablaban de lo aprendido y vi que en realidad lo disfrutaban muchísimo.

Al día siguiente conversé con un par de ellos y les pregunté otra vez cómo se habían sentido en el grupo, y contestaron: “Estuvo aburrido”. Entonces, les dije: “pero yo también estuve ahí y los vi. ¡Se divirtieron mucho!”. Entonces respondieron: “Bueno, tal vez no estuvo tan mal como de costumbre”.

Esa noche recordé mi adolescencia y yo también era así; detrás de su reticencia a admitir que les gustaba la reunión de jóvenes, había cosas como la presión del grupo y el temor a parecer “demasiado santo”. Pero, después me pregunté: ¿Acaso no temo yo también entusiasmarme demasiado con las cosas espirituales?

En verdad no hay nada en este mundo que valga más la pena que entusiasmarnos por la persona de Jesús y lo que hizo por nosotros.  Él declaró: “… Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). ¡Y eso no tiene nada de aburrido! A cualquier edad, tenemos un regalo del Salvador que es un gran motivo para entusiasmarnos y digno de celebrar: ¡nuestra salvación!

  1. Si tienes a Jesús como Salvador y Señor de tu vida, no hay un mejor motivo para alegrarse y ser feliz.
  2. Servir a nuestro Señor debe ser nuestra mejor motivación para levantarnos cada día, ya que es la mejor de las aventuras.

HG/MD

“El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).