Lectura: Lucas 10:25-37

Cada año, los huracanes causan destrucción y pérdidas por donde pasan; así que este hombre decidió hacer algo para aliviar un poco de ese dolor.

Era dueño de una tienda donde se reparaban pianos y se preguntó: ¿cómo puedo ayudar con lo que tengo?  Aparte hacer donativos para las familias necesitadas, ideó algo diferente; tenía una gran cantidad de pianos que con el tiempo se habían acumulado en su bodega, la mayoría, aunque no eran nuevos estaban en buen estado, y sin lugar a dudas la música tiene la capacidad de llevar alegría y alivio a quien la escucha.

Entonces, un mes después de que había sucedido uno de estos desastres en los estados costeros, alquiló un remolque para su automóvil y colocó todos los pianos que sabía que estaban en buenas condiciones, se los llevó y los repartió en iglesias, hogares de ancianos y en aquellos lugares donde se reunían las personas para recibir ayuda.

Cuando oímos la palabra prójimo tendemos a pensar en personas que están en nuestro círculo de influencia, aunque quizás no tan cercanas.  Pero en Lucas 10, nuestro Señor nos enseña que debemos mostrar amor a personas que quizás ni conozcamos y que viven a una distancia muy lejana a nosotros, e inclusive a quienes no consideramos como alguien con quien nos relacionaríamos comúnmente.

Así que, siempre es un buen día para llevar aliento, alegría, música, arte y sonrisas a quienes necesitan sentir una parte del amor de Dios en sus vidas.

  1. Hoy puedes ser una extensión del amor de Dios para tu prójimo.
  2. Las necesidades siempre están disponibles para quien quiera servir.

HG/MD

“En todo les he demostrado que trabajando así es necesario apoyar a los débiles, y tener presente las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).