Lectura: Filipenses 4:1-8

Las personas que tienen una actitud positiva ante la vida, tienen más posibilidades de alcanzar sus objetivos, aun cuando se les presenten problemas en el camino.

Las actitudes negativas tienen la terrible característica de que derrotan a quienes las portan; si una persona antes de un examen piensa que sus respuestas no estarán bien a pesar de haber estudiado, tiene más posibilidades de obtener una mala calificación; lo mismo sucede con quienes piensan no que pueden vencer un mal hábito, probablemente nunca lo vencerán, ni lo podrán sacar de sus vidas.

Esto también se aplica a la vida espiritual.  Si como creyentes ponemos continuamente en duda la bondad de Dios o la capacidad del Espíritu Santo para guiarnos hacia una adecuada toma de decisiones, lo más seguro es que no crezcamos en nuestra fe.

A pesar de que nadie duda sobre lo importantes que son para nuestras vidas los pensamientos positivos, tampoco debemos equivocarnos al creer que nuestros pensamientos, aunque optimistas, están libres de errores.  Es por ello que continuamente debemos poner a prueba nuestras creencias comparándolas con lo que Dios nos dejó en sus Sagradas Escrituras para este tiempo, Él es la fuente verdadera de todo lo honesto, justo, puro y de buen nombre (Filipenses 4:8).

  1. El mejor de los pensamientos es saber que hemos confiado nuestra vida a un Dios verdadero, quien murió y resucitó por nosotros, y desea que vivamos una vida de acuerdo con Su carácter y prioridades.
  2. Inevitablemente, los mejores pensamientos siempre nos llevan a Dios.

HG/MD

“En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen” (Filipenses 4:8).