Lectura: Tito 2:1-8

El pequeño niño había pedido a sus papás, como regalo de cumpleaños, el video juego de uno de sus personajes favoritos.  Sus padres investigaron el contenido del juego, así como las críticas de los usuarios, y determinaron que no había problema en comprarlo.

Algunos días después llegó su día de cumpleaños y el pequeño se alegró al ver el regalo anhelado.  Pero, luego de tratar de jugar con él durante 30 minutos se frustró porque no entendía como jugarlo.

Solo después de varios días uno de sus amigos vino a visitarlo y vio el video juego, le dijo que él si sabía cómo jugarlo y hasta ese momento el niño lo empezó a disfrutar.

Al pensar en esta situación, se hace evidente que siempre será más fácil aprender algo si tenemos a un maestro experimentado a nuestro lado.  Por supuesto, leer las instrucciones ayuda, pero ayuda aún más si un amigo nos muestra cómo hacer una tarea que no hemos hecho con anterioridad.

El apóstol Pablo también comprendía muy bien este principio; le escribió a Tito sobre cómo ayudar a la iglesia de Creta a crecer en su fe.  Sin lugar a dudas enfatizó la importancia de tener creyentes maduros que fueran ejemplo para otros.

Y es que enseñar la sana doctrina siempre será primordial, pero más que hablar de ella es ponerla en práctica.  Tal como lo evidenció el apóstol en Tito 2:7 “mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras. Demuestra en tu enseñanza integridad, seriedad”.

  1. Debemos estar agradecidos por los buenos maestros que, con sus vidas, les muestran a las nuevas generaciones cómo ser realmente un discípulo de Cristo.
  2. Si aún no lo sabes, te recuerdo que siempre habrá alguien observando tu ejemplo, entonces sé un reflejo de Jesús (1 Corintios 11:1).

HG/MD

“Mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras. Demuestra en tu enseñanza integridad, seriedad” (Tito 2:7).