Lectura: Proverbios 3:1-12

Su hijo siempre viajaba los fines de semana desde la universidad hasta la casa de sus padres con el fin de pasar un par de días con ellos.  El viaje era algo monótono, y en algunas zonas no había servicio celular disponible así que los dispositivos para guiar el viaje servían de poco; había dos rutas, en una de ellas el viaje duraba 3 horas, en la otra se duraba 6 horas.

Era viernes por la tarde y su clase salió antes de tiempo, así que decidió emprender el viaje, pero antes llamó a sus padres para indicarles que ese día llegaría más temprano.  Cuando llamó, su padre le advirtió que tomara la ruta larga porque un amigo había usado la ruta corta en la mañana y había derrumbes en ella.  El muchacho discutió un poco con su padre diciéndole que seguramente ya habían retirado el derrumbe, y que quería llegar pronto pues deseaba probar el estofado que preparaba su madre; luego de unos minutos el hijo accedió a oír el consejo.

Al llegar a casa 6 horas más tarde, su padre le dijo que efectivamente durante la tarde habían removido el primer derrumbe en la ruta corta, pero posteriormente en las noticias indicaron que hacía 5 horas otro derrumbe estaba interrumpiendo el paso.  Ser obediente le había ahorrado muchas horas de congestionamiento o en el peor de los casos salir malherido.

La labor de los padres es proporcionar a sus hijos(as) rutas alternas en la vida, pues por su experiencia han observado los caminos equivocados y peligrosos que otros han tomado.

La vida nos ofrece muchos caminos equivocados que parecen más cortos o mejores, tales como: mentir para obtener algo a cambio, tomar alcohol o drogas para olvidar, escoger la compañía de malos amigos o la vagancia.  Sin embargo, tan sólo en Cristo tenemos una ruta segura, una ruta que nos aleja de los peligros de las otras rutas equivocadas.

En su vida Jesús nos mostró el camino a seguir, no el más corto, no el que le ahorró el sufrimiento, sino el camino correcto, el de la vía dolorosa, el camino a la cruz.  Gracias a Su ejemplo nos mostró que debemos morir al pecado por medio de Su sacrificio (Romanos 6:8), luego de eso debemos caminar por el camino estrecho (Mateo 7:13-14, Proverbios 3:5-6), y finalmente debemos entender que nunca vamos solos, nuestros guías son el Espíritu Santo (Gálatas 5:16-18) y la Palabra de Dios (Salmos 119:105)

  1. Si quieres guiar a tus hijos por el buen camino, debes andar por él.
  2. ¿Te encuentras perdido en el camino equivocado?  Llama a Jesús, Él es el único que puede socorrerte y encaminarte al mejor destino, a Su lado.

HG/MD

“Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” (Juan 8:12).