Lectura: 2 Corintios 12:1-10

El proceso geológico por medio del cual se forman los diamantes es muy interesante, ya que empiezan siendo simple, sucio y quebradizo carbón.  No obstante, tras años de estar bajo un calor intenso y una elevada presión, se tornan puros y una de las piedras más duras del mundo.

Esta transformación, convierte a los diamantes en una buena metáfora de la fortaleza espiritual: Dios utiliza fuerzas exteriores poderosas para limpiarnos de las impurezas y perfeccionar su poder en nosotros.

El apóstol Pablo afirma que el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9). Desearía que no fuera cierto, porque detesto ser débil; sin embargo, el tiempo, las enfermedades y las circunstancias difíciles de la vida me han enseñado más de lo que querría saber sobre la debilidad física.

Algunos podemos crearnos una imagen falsa de fortaleza y autosuficiencia. Pero, la repentina pérdida de la salud, del empleo o de una relación interpersonal apreciada, es un recordatorio sorprendente de nuestra total dependencia de Dios.

Cuando experimentamos el calor feroz del sufrimiento sea físico o emocional, por alguna persecución externa o una humillación interior, el propósito amoroso de Dios es tornarnos puros y fuertes.

  1. En cualquier momento puedes acercarte a Dios, no tienes que esperar a que las circunstancias te recuerden lo frágil que eres.
  2. Permite que Dios te purifique y te haga una nueva versión a su manera.

HG/MD

“En cuanto a esto, tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:8-9).